Nostalgia

"A Moonlit Country Road" (1887) de John Atkinson Grimshaw.

Como casi todo, efímero también suele ser el sentimiento de gusto y de adoración. No se trata solo del aburrimiento sobre algo, la gran mayoría de las veces es el tiempo, gran antagonista y amigo, el que presiona haciendo que eso que amamos pierda esa genuina intensidad inocente que originalmente dio lugar a una pasión y un gran gusto por algo en particular. Hay algo más detrás de la alegría momentánea. Nos queda entonces la nostalgia, ese extraño sentimiento tan personal que a veces lastima trayendo a nuestra mente y del pasado, imágenes marchitas probablemente no tan vivas como ahora. Y raro es notar el valor de un hecho siendo vivido, y cuál gloria post mortem, le damos ese valor que merece una vez pasado cierto tiempo de haber experimentado dicha felicidad.

¿Será otro grave defecto de nosotros el aferrarnos tanto a ese supuesto pasado? Y esa dicha mezclada con alegría y tristeza ¿No es acaso un anhelo imposible? ¿Qué haríamos de poder volver a ese preciso momento en el que estábamos disfrutando eso que ahora recordamos con tanta fascinación y que nos lastima por el sentimiento de lejanía? Probablemente nada, más no sería lo mismo. Quizás todo se deba a una interpretación mayormente romántica de algo que tiene una explicación demasiado fría como para ser tolerada por nuestra mente, a veces tan dependiente del recuerdo.

La nostalgia parece casi una enfermedad, más glorifica lo vivido y muchas veces, en casos dramáticos, los pone por encima del presente. No se escapa fácilmente de este extraño sentir y pesar, te envuelve con ese dulce aroma de desprecio y amor por lo vivido. Por más tonto que resulte para otros, para ti, para el yo que alguna vez vivió eso, es algo de valor sentimental incalculable. ¿Cómo explicar con palabras esa tristeza y alegría al mismo tiempo? No lo encuentro posible. Solo es uno en un hueco de la memoria, interpretando a distancia y con reminiscente nostalgia, hechos vividos y a veces también no tan vividos.