Al Arte

"Girl with a basket of fruit" de Frederic Leighton.

 

 

Mis ojos se abren una vez más, y todo en el mismo lugar, todo presente y recargado. No logro llevarme el sueño. No tardan la realidad y los recuerdos en perturbarme, y problemas presentes y futuros en invadir mi inquieta mente. Pero algo me saca temporalmente de mi propia existencia y de lo que me rodea, es una fuerza que me impone pensar: ¿Qué seria de ti si no existieras para poder contemplar tal elevada magnitud romántica? Esa fuerza es el arte. Aquí estoy nuevamente, un día más, como tantos otros, contemplando con pasión y a solas lo que me llena y me libra temporalmente. Sobre el arte alguien dijo una vez:

"El arte, y nada más que el arte. El arte hace la vida posible. Es la gran seductora de la vida, la gran estimulante de la vida. El arte como la única fuerza de resistencia superior contra toda forma de negación de la vida. Como vía de acceso a estados donde el sufrimiento es querido, transfigurado, divinizado. Donde el sufrimiento es una forma de gran placer." 

 

¡Y qué razón tuvo! Todo se torna de otros colores, más románticos y dulces, menos estresantes e ideológicos, más calmados y ajenos a toda Ciencia que pretende que conozcas constantemente. Esto me hace estar mas allá de toda física. Déjame dormir recordando esos bellos detalles, permíteme oír la delicada melancolía de una Alegre Tristeza. Permíteme morir, sin cuestionarme, con una sonrisa decidida, apartada de todo lo que alguna vez fui, de todo lo que alguna vez conociste de mí. ¡Ay arte! Sin ti ya no existiría. Sin ti, querido arte, no podría tolerar mi Razón y su inquieta necesidad por querer saber y seguir descubriendo. Quisiera perderme para siempre en esos detalles estéticos y sonoros, caer en el olvido, perder la cordura, volver a ser un Desconocido. Así se naturaliza mi Pasión, invalidando todo indicio de Nada que quiera perturbar este ritual.

De ti no dependo, arte, pero si te necesito para calmar mi Alma. No necesito nada más, y no espero que se comprenda.