El ascetismo, es decir; vivir una vida prácticamente siendo ajeno a las pasiones más vivas, es casi -si no- un pecado, pero uno que sin duda posee gran mérito cuando es sinceramente austero. No podría vivir así, tiendo a ser apasionado y demasiado poco serio, pero reconozco esta virtud y aquí dejo guardado uno de mis fragmentos favoritos dedicados al anonimato casi total de uno mismo:
"Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían." -Fragmento de ODA I - VIDA RETIRADA de Fray Luis de León.
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