"Eupraxia" de Edith Martineau. |
Aferrados a la matriz de la comodidad materna, cálidos hasta en los peores momentos de quienes nos carga y alimenta. El nacimiento es el primer episodio traumático que se nos impone a superar, gritamos y también lloramos para expresar ese desacuerdo tan natural e incluso hasta preguntaríamos el porqué de tal tremendo acto si se nos diese la razón como don prematuro. Y a pesar de esa resistencia contra nuestra voluntad nacemos, y se da por comenzada la responsabilidad de ir siendo alguien, una Persona que se irá construyendo así misma con todo lo que le rodea, comúnmente al cuidado de quienes nos alimentó tan solo meses y sufrió las penurias de la descalcificación y otras que hayan hecho falta solo para que disfrutemos de dichos beneficios, regalos de una vida no deseada por nosotros, y que se nos ha impuesto por razones puramente biológicas, y amorosas. Será inevitablemente conocida/o, será alguien cuando se lo mire por la calle, un universo de razones por las cuales moverse; será lo que tenga que ser.
Vestidos y asimilados los primeros colores ajenos al oscuro Vacío del que provenimos, sentido el frío y también el calor de una amenazadora y frustrante realidad, comenzamos a aprender a movernos. Se nos enseña a caminar, a bajar y subir siendo fuertes. Nos enseñan a hablar, y en muchos casos a ser independientes al origen de nuestra vida. Aprendemos de la felicidad y sobre todo del sufrimiento, y luego solos, arrojados a este mundo, arrojados como si de una roca impulsada con indiferencia se tratase. La compañía es una influencia poderosa y el afecto, una virtud que creemos natural y que anhelamos encontrar en otros para no sentirnos aplastados por lo real, por esas imágenes uniformes. Y codiciados por la existencia, llegamos a agradecer que se nos haya extraído de tanta seguridad y calidad comodidad de matriz, afirmando que; no era tan terrible después de todo. ¿Qué fuerza tan profunda impulsa el coraje para afirmar algo de tal magnitud? La amistad, el recíproco amor, el placer, el sentimiento de fuga, el saber que no existe otra vida o múltiples tipos de ella. Una o quizás todas estas razones a la vez. Quien sabe, a lo mejor volvemos a experimentar esa comodidad ajena a la responsabilidad de existir; de nacer, aunque sea únicamente temporal.
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