lunes, 18 de noviembre de 2019

TALENTO PARA LA MELANCOLÍA


Que intrigante puede resultar la nostalgia. Nos acerca al rico delirio del Déjà vu, fragancia de la demencia, y una tardía amnesia que termina llegando. No somos nosotros los que decidimos cuales momentos se quedan, son los momentos los que deciden cuando quedarse, y es el talento para atarlos y atraparlos en lo profundo de nuestro vivo recuerdo, lo que nos asegura una profunda melancolía, pero también el sufrimiento de saber que somos los únicos que podemos comprender aquellos sentimientos, aquellas imágenes inesperadas de un pasado que ya paso, y que no volverá a pasar. 

¿Que tan dulce puede resultar la amargura del pensamiento?

La dulce voz, la inocente sonrisa, las ideas, las charlas, las fragancias, ciertas escenas naturales, ciertos lugares; todo se queda guardado. Y por más trágico que parezca, son las inconscientes e inesperadas lagrimas las encargadas en recordarnos en silencio el sufrimiento por lo inevitable; la perdida física de aquellos días. Pero tonto e inocente es creer cuando somos felices disfrutando, que eso que nos llena, nos llenara por siempre, mas nunca nos quitara algo. Solo queda el recuerdo de lo vivido y porque no, lo no vivido. 

Erland.

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