miércoles, 15 de agosto de 2018

SOBRE LA VOLUNTAD DE GANAR

-Discurso reformado de 'La Legion' antigua historia propia.

-Sobre La voluntad del ganar, ensayo personal.



El ganar a sido ampliamente valorado en muchas civilizaciones antiguas, como el objetivo primordial y el espíritu mas alto e imponente. ¿Pero que es ganar exactamente? Me pregunto, no es el ganar lo que me interesa, sino la voluntad. Yo doy todo, solo por el placer de saber que estoy dando todo, no porque piense en ganar exactamente. Extensos ejemplos de lucha, han demostrado que la voluntad de ganar es casi imparable cuando se implemente colectivamente, cuando se lucha acompañado de otra voluntad.

Solo basta un hombre o mujer con la voluntad necesaria de ganar, para impulsar el placer de estar cooperando contra algo y queriendo someter a la victoria algo deformado por el estándar común del premio. Yo amo competir acompañado, cuando dos o mas voluntades de ganar están juntas y ambas hacen bien su trabajo, el placer es interminable, la alegría y la fuerza es increíblemente imparable. No hay premio, pues la victoria es incluso sometida en el camino hacia ella, y cuando se llega, se la menosprecia sabiendo todo lo que se a tenido que pasar para conseguirla.

Entonces pues, la victoria misma, es la voluntad de ganar que se emplea en el irónico camino hacia la victoria. ¡Que feo debe ser tener resentimiento al perder! digo yo, el mismo resentimiento que vive alguien que a sido golpeado en su rostro injustamente y no ha podido hacer nada para evitarlo o defenderse, ese resentimiento que nubla toda vista y niega toda voluntad. Diferente es sentir frustración cuando nuestras fuerzas son en vano al no tener alguien mas con la misma o similar fuerza y voluntad de ganar cuando tenemos un objetivo en concreto.

Pienso que es necesario la seriedad y el espíritu competitivo, no con el objetivo de humillar al perdedor, ni tampoco de aplaudir su incompetencia ante la nuestra, como colectivo de voluntad de ganar. Pienso que el objetivo de ganar debería ser, sino siempre; el placer de unión de voluntades, el gusto de estar combatiendo y disfrutando ese momento como sino hubiera un mañana u otra lucha.

Yo rechazo el premio, si junto a mi hay espíritus que no se dejan someter por la voluntad de otros. Si he de perder, perderé luchando y marchare orgulloso de saber que alguien mas estuvo a mi lado luchando, no lamentare y no expresare resentimiento alguno, pues he dejado lo mejor en el campo de batalla. Si he de ganar, ganare con espíritu, y junto a mi habrá una voluntad de poder increíble, algo sublime y pocas veces visto. El sometimiento al enemigo, porque toda lucha tiene un enemigo, debe ser total y absoluta, no hay que dudar, pues estas virtudes débiles no están disponibles en el camino de la voluntad de ganar.

Así pues, que no sea nuestra voluntad, el humillar al perdedor, el felicitar su incompetencia, el buscar el premio. Que sea nuestra voluntad de ganar, el mismo premio y orgullo. No lamentarnos ni vivir con resentimiento si perdemos. Repudiar o incitar a quienes no están luchando con seriedad y determinación de hierro, nuestros compañeros deben entender que mínimamente se requiere de un espíritu competitivo, no para superar a otros, sino para superarnos a nosotros mismos, seres mediocres y adoctrinados por la falsa creencia de que perder no es tan malo.

Duro es vivir con resentimiento a perder, duro es vivir teniendo como objetivo el premio y no la lucha, pues esto crea conflictos internos entre nosotros los virtuosos de la voluntad de ganar. ¡Yo os digo a ustedes virtuosos luchar los unos con los otros es la trampa de los despreciadores! No hay luchar entre los hermanos, hay voluntad, hay victoria con uno mismo. Esto es algo que los espíritus competitivos no logran comprender, los patriotas, ¡NO ES VIRTUOSO EL ENFRENAMIENTO OBSESIVO ENTRE HERMANOS!, es virtuoso la unión de voluntades conscientes de un individualismo colectivo. Alcanzar este nivel de competición, es algo sublime y pocas veces visto. Las ansias de superación van siempre de la mano, niveladas y concentradas en la lucha constante.

Enojarse cuando con fuerza estáis luchando y otros no lo hacen, golpear sus orgullos y tirarlos abajo, como si de una puerta cerrada se tratase. Ayudar a vuestros hermanos en el crecimiento personal, hacerlos virtuosos de una voluntad inquebrantable, indomable, insuperable y dinámica. Nuestra voluntad de ganar NO PUEDE SER INDIVIDUAL, debe ser colectiva con otras voluntades. Hermanos y hermanas deben de luchar codo a codo contra el objetivo, someterlo a nuestra voluntad y si es posible, la indudable aceptación del que perdió en nuestras filas. Odiar el perder, pero no con resentimiento, sino con aspiraciones virtuosas del espíritu ganador, sin disfrutar ni odiar la perdida.

No siempre se puede ganar, pero no importa si no ganamos, se debe luchar y el objetivo debe ser el camino que lleva a la victoria. No menos preciar el premio, pero tampoco sobrevalorarlo con aspiraciones negativas y por demás de pretenciosas y arrogantes. Seriedad y respeto neutro hacia el vencido si es así.


La vida es guerra, compañeros, y nosotros tenemos el deber imperativo de hacer la guerra nuestro espíritu de lucha, ser guerreros de la guerra y el campo de batalla es nuestro objetivo. Todo es virtud dentro de la guerra, la paz es guerra, pues sin guerra no hay paz en nosotros. Las debilidades son enemigos diarios que libran grandes guerras, nosotros sin muchas veces darnos cuenta, peleamos incondicionalmente contra estas debilidades, y ganamos grandes guerras consiguiendo como premio la paz interior en nosotros los virtuosos del ganar.

Que sea la guerra espiritual, el espíritu competitivo y la voluntad colectiva formada por el individualismo de cada uno de nosotros, el objetivo de nuestra lucha. No os perdáis en el premio, no os perdáis en la victoria, perderos siempre en el camino hacia ella, que sea aleatorio el premio, y que nos sea indiferente el resultado, pues desde el comienzo de esta guerra, nosotros hemos recibido el mayor de los premios que toda guerra puede merecer, la lucha persistente acompañada de nuestras hermanas y hermanos.

Llevar en vuestros corazones el: ¡No perderé, venceré! vuestra voluntad, es algo que no se ve todos los días, hacer de esta el mas grande y maravilloso de los Cosmos. Que sea pues, solo la tranquilidad de haber vencido, también una virtud pasiva en ustedes desde el comienzo de su lucha, hasta el aleatorio final del camino de esta.

¡No temáis al enemigo!, pues el no os temerá a ustedes. Un viejo amigo una vez me dijo, que no temiera ante el enemigo, ojos fijos ante el debíamos de tener, y por nada del mundo pedirle ayuda, pues de independencia se trata esta gran lucha. No hay espacio ni lugar para el miedo ni la debilidad ante el enemigo. Aunque por sus cuerpos pasen estos débiles sentimientos, nunca demostrarlos, nunca exponerlos ante cualquiera, pues muchos son los espíritus que se alimentan de esta carroña.


Muchas son las veces que el perder no trae consigo resentimiento en ustedes, pues han comprendido que han luchado y dejado todo en esta lucha, no han sido oprimidos por la voluntad de otro, que es mucho mas fuerte que ustedes. El desconocimiento de la ajenidad a la persistencia, hace de ustedes los Leones mas fuertes, que sabe reinar en su yo mismo.




JAMAS anhelen el perder, jamas respeten el bajo espíritu de un hermano, hacer que se indigne, golpear su orgulloso espíritu bajo, y por sobre todas las cosas: GANAR O PERDER CON VALOR Y VOLUNTAD DE GANAR.

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